sábado, 6 de marzo de 2010

Una colección de candiles




EN

CANDIL

ADOS








Así es como nos hemos quedado con la colección de Alberto Sanna, encandilados, porque nos ha encantado. Pensamos que es muy interesante dedicar atención a estos pequeños objetos de la vida cotidiana, sobre todo piezas como éstas que han acompañado durante tanto siglos la actividad humana.

Efectivamente, la historia del candil comenzó hace muchos años, pues las lámparas de este tipo se dice que empezaron a utilizarse en el siglo X a. C. A lo largo de este tiempo han alumbrado a hombres y mujeres en sus tareas y en sus momentos de diversión, han iluminado con su luz templos paganos e iglesias y han ofrecido su resplandor parpadeante a todos los pueblos y culturas.

De las primeras lámparas de aceite se han encontrado ejemplares en tumbas, pues se utilizaban en los ritos funerarios. Estaban hechas en arcilla o incluso aprovechando la concavidad de alguna piedra. Posteriormente se han fabricado en diversos materiales, desde bronce, al oro o la plata, latón, terracota, etc.

Pero ¿qué son los candiles? pues son lámparas de aceite que se componen básicamente de dos platillos de metal que encajan uno en el otro. El superior se conoce con el nombre de candileja y es donde se pone el aceite y la mecha o torcida. El platillo inferior sirve de sostén al otro y suele llevar un gancho para poder trasladarlo o colgarlo de la pared u otro lugar.

Porque, hay candiles de formas muy diferentes dependiendo sobre todo del lugar en el que se van a instalar: pueden ser fijos o estar destinados a colgarse; los hay especialmente pensados para llevar en un barco, etc. Por cierto, que uno de los lugares donde se solían colocar, cuando eran casi la única fuente de luz, era la repisa de la chimenea de la cocina.

La torcida suele ser de algodón o de lienzo trenzado y está situada en el platillo superior, por donde sale por el pico. Absorbe por capilaridad el combustible y, al encenderse, arde y da luz.

Cada sociedad ha utilizado como combustible aquellas grasas que podía conseguir más fácilmente, desde el aceite de oliva, al de pescado, al aceite de nueces, de ricino, sésamo...

Alberto empezó a coleccionar candiles hace unos quince años, un día en que descubrió uno de ellos en el Rastro de Madrid y no resistió la tentación de comprarlo. Le encantó ese objeto útil en el que el artesano suele derrochar imaginación, siempre al servicio de una técnica elemental pero eficaz.
Los candiles preferidos de Albert son los zoomórficos, pues considera que las figuras de animales que representan suelen estar muy bien trabajadas y son muy bonitas. También le gusta mucho conseguir los antiguos ejemplares que se encontraban en posadas.

Nuestro coleccionista tiene ya más de cién piezas y las expone todas en su casa de Algete (Madrid), que ha constituido como "Museo del Candil". De momento no está abierto al público, pero a las personas interesadas Alberto les facilita toda la información que le solicitan.

De momento, se pueden contemplar algunos ejemplares, así como conocer diferentes tipos de lámparas de aceite en su blog "El Museo del candil". Él, que es el experto, nos explica a qué corresponden las diferentes denominaciones de estas lámparas. Además de los candiles de pico y zoomórficos, dedica su atención a los faroles, las lucernas, los quinqués y las linternas.

Pero, como ocurre en tantas ocasiones, Alberto no se interesa sólo por este tema, sino que hace otras colecciones muy curiosas que esperamos comentar en otra ocasión y, como queremos que sean una sorpresa, no vamos a hablar ahora de ellas.

De la prolongada existencia del candil en nuestra sociedad es buena prueba su presencia en el refranero español, que recurre a su imagen en muchas ocasiones ("¿Qué aprovecha el candil sin mecha?"), así como su frecuente utilización en expresiones o frases hechas ("ni aunque lo busques con candil...). También ha sido fuente de inspiración para muchos poemas. Y, llegados a este punto, queremos transcribir el que Ramón de Campoamor tituló "El candil de Carlos V", que dice así:

"En Yuste, en la pobre cama
de una pobre habitación
alumbrada por la llama
de un candil, medio velón,
soñando está Carlos Quinto
que en un duelo personal,
ve a sus pies, en sangre tinto,
al rey francés, su rival.

Se incorporó de ira loco,
mas pasó un viento sutil
que movió la luz un poco
del velón, medio candil,
y, tosiendo, con cuidado
se arropó el emperador,
por si aquel aire colado
puede más que su valor;
y -¿Por qué el ciclo consiente-
dice el héroe ya febril-,
que mate a todo un valiente
lo que no apaga un
candil?"

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy interesante y curioso ver la cantidad de formas que puede tener el humilde y practico candil.

Cuantas cosas maravillosas se han producido a la luz calida y romantica de los candiles,nuestros grandes clasicos de la literatura y la pintura, bellas historias de amor.....

Desenpolvemos nuestra memoria a la luz de las candilejas !!!

Rafael Castillejo - rafaelcastillejo.com dijo...

Del encanto de aquellos candiles al habitual desencanto con los aumentos en el recibo de Endesa. Bromas aparte, interesantísima colección. Un abrazo.

Isidro dijo...

¡Qué difícil debe ser encontrar cada mes una nueva colección!

Os felicito.

Claudio Fernández dijo...

Sencillamente, genial, la colección es todo un hallazgo, y tu trabajo María José es verdaderamente virtuoso.
Una vez más deseo todo lo mejor y adelante !!!!

Olegario dijo...

Leyendo esta página me están entrando ganas de coleccionar algo: qué me aconsejais?

Tiene que ser algo que no sea muy caro pues soy mileurista.

Anónimo dijo...

¡Os felicito por la calidad y cantidad de colecciones presentadas!

María R.

Gregorio Trepat Llorens dijo...

Yo colecciono sellos. No es barato ni caro. Todo depende de tu especialización.

lacole dijo...

Hola a todos y mil gracias por vuestros mensajes.
Olegario, es estupendo que te estés animado a coleccionar algo gracias a nuestro blog. Si echas un vistazo a las colecciones que hemos presentado ya verás que hay para todos los gustos y todos los presupuestos.Lo que hace importante una cosa no es su valor material (que también...), sino, precisamente, el interés que le otorga el coleccionista, que la compara con otras piezas, la ubica en una época determinada, examina su evolución, la preserva de la desaparición. ¡Animo! a ver si encuentras algo que te motive y un día nos presentas tu colección en este blog.

Hipólito dijo...

Yo también solicito ayuda y consejos: no sé si coleccionar sellos, azucarillos o etiquetas de vinos.