miércoles, 16 de noviembre de 2011

Una colección de relojes







medir el tiempo
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Nuestro coleccionista se llama Antonio y vive en Sevilla. Nos cuenta que desde siempre le han gustado los relojes y por eso los empezó a coleccionar cuando todavía era un niño. Ya en su época adolescente, procuraba conseguir todos los que podía, y le gustaba llevar más de uno a la vez. Le gustan todo tipo de relojes, pero procura centrar la colección en los de pulsera de cuerda manual y/o automáticos (relojería de pulsera mecánica). Aunque tiene alguno de cuarzo, considera que esas no son piezas representativas en su colección.





Recordemos que la utilización del reloj de pulsera, empezó a popularizarse a principios del siglo XX, pues hasta entonces los varones lo llevaban suspendido de una cadena, que colgaban del bolsillo de su chaleco o chaqueta. Las mujeres lo llevaban también atado con unas cadenitas que prendían en sus ropas, normalmente en sus faldas, a la altura de la cintura. Se tiene constancia que el primer reloj de pulsera fue creado en 1810 por Abraham Louis Breguet para la reina de Nápoles, Carolina Murat. No obstante, como hemos comentado, el uso del reloj de pulsera no se popularizó hasta la Primera Guerra Mundial (1914-18). Entre las fechas más significativas en la historia de estos artículos, podemos citar el año 1880, cuando Girard Perregaux, que suministraba relojes para la Marina Imperial Alemana, añadió una correa al reloj de bolsillo de un oficial al que resultaba dificil el manejo del mismo durante las maniobras. Fue el primer reloj utilizado como instrumento (y no como adorno) en la muñeca. En 1892, la firma Omega fabricó el primer reloj pulsera, y el año 1900, fecha en la que esta misma firma fabricó el primer reloj de pulsera en serie o industrial, incorporando un mecanismo Lepine. En 1904, el joyero francés Louis Cartier creó un reloj de pulsera expresamente diseñado para el pionero de la aviación Alberto Santos Dumont, que fue una referencia para los que se hicieron después. Aunque, no fue el único modelo a segir, ya que ese mismo año Hans Wilsdorf, el fundador de Rolex, ideó por su cuenta un modelo similar. La exposición de Berna, de 1914, supuso la consagración del reloj de pulsera y, justamente a causa de la Primera Guerra Mundial, varias firmas lanzaron al mercado nuevos modelos, algunos destinados a los militares.

Con el nombre de relojes de pulsera se designa a aquellos relojes, integrados o sujetos por correas de cuero, metal o materias sintéticas, que se llevan en la muñeca. Básicamente podríamos decir que pueden ser analógicos (con el sistema de agujas); numéricos (si aparecen las cifras para indicar la hora) o mixto, es decir, analógicos y numéricos (p. e. analógico para las horas y las cifras para indicar el día.

Por cierto, que es importante señalar que estos relojes cada día ofrecen más funciones suplementarias. Además de señalar la hora, los hay que ofrecen el día del mes, día de la semana, mes del año, fases de la luna, constelaciones, mareas, horarios en otros países, despertador, brújula, etc.

A Antonio, lo que más le gusta de los relojes son los aspectos técnicos de su funcionamiento, aunque reconoce que también es importante el diseño. Y a la hora de adquirir nuevos ejemplares, como es natural, lo que busca son relojes distintos de los que ya tiene. Por ejemplo, cuando ya disponía de relojes con cronógrafo, buscaba que éstos tuviesen distintos movimientos (máquinas, calibres). También se interesaba en poseer diferentes máquinas para medir su diferente rendimiento, etc. El valor material no influye en sus predilecciones, y sólo lo tiene en cuenta cuando ello supone un obstáculo para conseguir la pieza codiciada.
Para adquirir nuevos ejemplares utiliza todos los medios a su alcance. Desde acudir físicamente a alguna tienda de las que encuentra en los distintos lugares a los que viaja, hasta buscarlos por internet, donde puede establecer contacto con coleccionistas y amantes de relojería de diversos foros. No tiene preferencias a la hora de adquirir un nuevo modelo, pues si tropieza con un modelo que no tiene, consigue un buen trato a nivel económico y personal y dispone del dinero para comprarlo, el reloj pasa a su colección. De todos modos, antes de efectuar una nueva compra, procura informarse bien sobre lo que está buscando. Libros, revistas especializadas, foros en internet y la experiencia de otros coleccionistas, todo sirve para ayudar a conocer las que han de ser nuevas piezas de la colección.

Actualmente hay muchos coleccionistas de relojes, pues hay mucha afición. Internet ha facilitado mucho el contacto entre aquellas personas de gustos afines y existe mayor facilidad de intercambio. Por el momento, los contactos que ha tenido en la red siempre han sido operaciones positivas. Antonio tiene una web "El coleccionista de relojes" para dar a conocer su colección y ofrecer la información de la que dispone.

Nuestro coleccionista procura que los relojes que tiene en la colección funcionen, y lo hacen casi todos. Aunque hay alguno de los años 50 a los 90 que, por el momento, están parados; otros están abiertos en la "mesa de operaciones", en proceso de reparación y a otros los ha llevado a su "relojero de cabecera". El tener un "relojero de cabecera" parece que es un hecho habitual entre los coleccionistas, que sólo confían sus piezas a su hombre de confianza. Antonio también hace pequeñas reparaciones, como, por ejemplo, detectar los problemas en la marcha con un cronocomparador (aparato que mide entre otras cosas la precisión de los relojes mecánicos).

Las piezas de la colección las tiene repartidas en varios lugares. Algunas están en su casa, porque son las que utiliza habitualmente; otras las tiene en casa de algún familiar y, también, guarda algunos ejemplares en cajas fuertes en bancos. Ya tiene una cantidad apreciable, alrededor de 100 contando alguno de bolsillo y los de cuarzo. No incluye en este recuento los relojes de pared, mesilla, etc.

Entre los preferidos, podría citar un Chronoswiss delphis, el Rolex submariner (mod. 14060), Jaeger le Coultre Dualmatic, Glashutte Original panomatic y el Certina DS3 reedición.

Verdaderas obras de arte destinadas a una función bien utilitaria: medir el tiempo.




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