miércoles, 2 de mayo de 2012

Una colección de placas de cava



Antes de las burbujas
Hace un tiempo que  presentamos en Procoleccionismo a Jordi Viader en la categoría de "grandes coleccionistas". Si lo hicimos así, fue porque queríamos resaltar la diversidad de sus colecciones y la importancia de las mismas.
Ahora, hemos decidido no presentar en este blog a nadie más con la etiqueta de  "grandes coleccionistas", por la simple razón de que hemos aprendido que, aunque puede haber mucha diferencia entre una colección u otra (más o menos completas o ricas), no la hay entre los coleccionistas: todos merecen el calificativo de grandes. Creemos, sinceramente, que lo que de verdad es importante es el esfuerzo y la pasión que los coleccionistas ponen en sus colecciones, no sólamente los resultados que consiguen, que pueden depender de muchas circunstancias (poder adquisitivo, lugar donde se vive, etc.). Dicho ésto, también es cierto que  no nos arrepentimos de haberle dado el título de "gran coleccionista" a Jordi Viader, porque si alguien lo merece es él. En esta ocasión, vamos a comentar su colección de placas de Cava.
La denominación de placas de cava -el nombre de chapas suele reservarse para el tapón corona- designa a las piezas de metal que, junto con el bozal de alambre,y el tapón de corcho, son utilizadas para sellar las botellas de cava. Sirven para evitar que la presión que ejerce el gas en el interior de las botellas de vinos espumosos,  expulse el tapón.
Las placas las inventó Adolphe Jacquesson en Chalons sur Marne, una pequeña población de la Champagne, en Francia, en el año 1844. Recordemos que sólo los vinos espumosos del área de Champagne pueden utilizar esta conocida denominación de champagne, en otros lugares la misma bebida (o similar) tienen su propio nombre. Así, en Italia se conocen como Spumanti, en USA se llaman Sparkling wine, en Alemania y Austria Sekt, en Argentina y Chile, champaña o vinos espumantes y entre nosotros se conocen como cava, etc. Volviendo a nuestra historia sobre Jacquesson, él era hijo de un viticultor y estaba preocupado por las cuantiosas pérdidas de botellas que sufrían en la bodega familiar, a causa de la salida del tapón. Hay que pensar que entonces se cerraba el tapón con la ayuda de un cordel y que, muchas veces, esa cuerda se estropeaba por la humedad u otras causas, por lo que resultaba ineficaz para contener la presión interna. El 11 de Noviembre de 1844 Jacquesson registró la patente del sistema que todos conocemos actualmente, que consiste básicamente en el tapón de corcho, bozal de alambre y la placa metálica.
Al principio, las placas metálicas no llevaban ninguna marca y presentaban unos entalles mayores que los actuales, con el fin de permitir el paso de las patas del bozal. Fue a finales del XIX cuando se empezaron a personalizar, embutiendo por un sistema de troqueles el nombre de la marca o de la cava. A comienzos del siglo XX aparecieron, también en Francia, las primeras placas litografiadas, un sistema de impresión que aplicado sobre la plancha de metal permitía incluir textos más amplios, dibujos y colores. A partir de entonces, se ha recurrido a numerosos temas para decorarlas. Uno de los más frecuentes son aquellos que reproducen el nombre o el logo que figura en la etiqueta. También se han dedicado placas a motivos de la Naturaleza, del Arte, hombres y mujeres célebres, conmemoraciones, nombres de grandes hoteles y restaurantes,  etc.
En Cataluña, donde el cava nace oficialmente en 1872, las primeras placas personalizadas del tipo estampado-entallado son de los años treinta. Después de la guerra civil la falta de materia prima obligó a los fabricantes a reutilizar recortes y latas de conserva usadas, lo que nos ha permitido encontrar algunos ejemplares curiosos de placas con inscripciones en el interior, que nada tienen que ver con el mundo del cava. Las primera placas litografiadas datan de finales de los 60 e inicios de los 70, y no presentan ningún entalle, sino una simple muesca de dimensiones muy reducidas.
Jordi nos explica que el coleccionismo de placas de cava se inició allá en los años ochenta del pasado siglo, aunque el gran impulso se produjo a mediados de los años 90. Nos cuenta que él  considera que existen dos causas que contribuyeron a ello: por una parte,  la fundación de la primera asociación de coleccionistas de placas de cava, que trajo aparejada la organización de los primeros encuentros de intercambio. Y, por otro lado, la edición en 1995 del primer catálogo de placas de cava, sólo tres años después de la publicación del primer catálogo mundial. 
Actualmente, el número de aficionados reunidos en diferentes asociaciones supera los cinco mil, que se encuentran localizados fundamentalmente en Cataluña, con un núcleo importante en Madrid y otro en la Comunidad Valenciana.    Se publica una revista trimentral a todo color "Infoplaca" y dos boletines, uno mensual y otro cuatrimestral, además de catálogos, páginas web e, incluso, fascículos coleccionables.
El gran auge que ha experimentado este coleccionismo, ha llevado a algunas bodegas a interesarse por el tema y ha dado lugar, sobre todo a partir del boom del año 2000, a un crecimiento desmesurado del número de novedades. Así, nos encontramos que si hasta la publicación del primer catálogo cada año aparecían entre 15 y 20 placas nuevas, en 1996 fueron 50, en el 2000 ya fueron 200, en el 2001 llegaron a 500 y en el 2003 ¡750! lo que resulta una progresión dificilmente sostenible para el simple aficionado, que se ve incapaz de mantener su colección minimamente actualizada.
Para conservar y proteger las piezas de esta colección, hay una amplia gama de materiales específicos, como álbumes, bandejas y hojas de diferentes tipos, maletines, armarios, cómodas. Se trata de evitar que las placas se chafen o se rocen, pues es un material frágil. Por lo demás, hay que señalar,  que este coleccionismo es conocido como placomusofilia.
Además de las publicaciones que hemos citado anteriormente, en el ámbito internacional también se pueden encontrar muchas publicaciones sobre el tema. En Francia se edita cada dos años un "Répertoire des plaques de Muselets du Champagne" y un "Répertoire des plaques de Muselets de Vins Mousseus Français"; en Italia, el "Catalogo delle Capsule Italiane di Spumanti e Vini Frizzanti", etc.
La próxima vez que descorchéis una botella de cava, antes de hacer chin-chín no os olvidéis de mirar la placa metálica.

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